miércoles, 15 de octubre de 2008

¡Qué bien! La niña de las trenzas negras le había regalado una flor y le había dicho, ahora somos novios, me tienes que dar un beso.

Naturalmente, él no se lo había dado. Tenía ganas, pero Manolito y Antonio ya se estaban riendo y no quería que se rieran más, si no iba a tener que defender su honor a pura piña y no podría jugar al futbol en el recreo. Por eso le dijo después del recreo.

Cuando sonó el timbre que anunciaba el final de recreo salió a toda pastilla para la clase, pero Susana había sido más lista y estaba ya en la puerta del aula esperando su beso. En la boca como los mayores dijo. Y se dieron un beso suave y delicado como corresponde a unos niños de nueve años.

Lo que él no esperaba era lo que iba a pasar en la clase. Susana levantó el brazo lo más alto que pudo, y así lo mantuvo hasta que la señorita Nieves le preguntó qué quieres Susana. El Israel me ha dado un beso en la boca y quiere ser mi novio.

Todos sus compañeros se rieron y la señorita Nieves también, él se puso colorado y miró a sus amigos y sus amigos lo miraron.

Mujeres, si no existieran qué sería de nuestros sueños. No sabía lo que significaba, pero su padre lo decía a menudo refiriéndose a su madre, así que lo soltó como si supiera lo que estaba diciendo y todos dejaron de reírse. Menos la señorita Nieves, claro.

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