viernes, 10 de octubre de 2008

9-12-92

Soledad, soledad de mi amargura
has estrechado tanto los caminos
que tengo que caminar sin vecinos
y mi alma de algodón se vuelve dura.

Soledad, soledad de mi tortura
si en soledad son los pasos divinos
¿por qué meláncolico entre los vinos
de tristeza alimento tu hermosura?

Soledad, soledad que me acompaña
cuando me acerco al lecho de otro río
y sólo hallo cacío de guadaña.

Soledad, soledad del desvarío,
de roca es el aliento que me empaña,
convertiste mi pecho en mármol fríol.

No hay comentarios: