jueves, 15 de mayo de 2008

Mucha fiesta y pocas luces

Lo reconozco, después del segundo cubata ya estoy guiñando el ojo, con el tercero podría decir sin temor a equivocarme que estoy borracho y nunca recuerdo haber pasado de cinco, aunque tengo que reconocer que la memoria me falla entre el tercero y el cuarto.

Cuando el efecto secundario del valor me sobreviene y me da por intentar ligar, ya tengo las gafas empañadas, el aliento me huele a goliardo y la lengua se me enreda en la saliva. Sí, eso mismo, un borracho baboso al que las chicas rehuyen, con razón, me gustaría añadir ahora que estoy sereno (borracho no opino lo mismo).

¿Por qué me sonríes entonces desde detrás de la sábana?

¿Por qué estoy en tu casa marcando un nuevo récord en resaca y no en la mía o en el sofá de mi amigo Manolo donde me suelo levantar en estas circunstancias?

¿Por qué si pierdo la memoria y no me salen las palabras, recuerdo haber dicho tantas veces te amo?

¿Por qué me tenía que pasar esto si a mí esto nunca me pasa?

¿Cómo salgo airoso de esta situación de amor arrepentido?

No hay comentarios: