lunes, 8 de junio de 2009

Cuento con negritas y frases hechas


Había una vez un Ligeramente Inquieto que se casó con un Reposo Absoluto. Claro, Ligeramente Inquieto no es que fuera un Hiperactivo, ni siquiera era de la raza de Los que saltan a la primera de cambio, pero es que al lado de Reposo Absoluto, la verdad la verdad es que Ligeramente Inquieto estaba a punto de una úlcera duodenal o de un boquete en el estómago. Reposo Absoluto era así, no es que se lo hubiera recetado el médico o que se le hubiera doblado el tobillo, es que era así, absolutamente así.

Claro, uno se pregunta por qué Ligeramente Inquieto eligió como pareja a Reposo Absoluto y por qué Reposo Absoluto le dijo que sí a Ligeramente Inquieto.

Aunque parezca que a Reposo Absoluto le da igual todo, no es así. Le pareció que Ligeramente Inquieto pondría algo de dinamismo en su vida, que sería como besar un café todas las mañanas y le pondría en camino de conseguir algo, de subir algún escalón, de caminar hasta la siguiente meta de la existencia.

En cuanto a Ligeramente Inquieto, lo suyo fue amor a primera vista, y justo cuando acababan de aprobar la ley del matrimonio de las frases hechas. Aunque él no era exáctamente una frase hecha, o al menos admitía también tener otras tendencias, le pareció que era cosa del destino que Reposo Absoluto apareciese delante de su vista en ese mismo momento. Y cómo estaba, allí tumbado, como si fuera un hippy de los antiguos, sin importarle el qué diran, tan él. Pensó que ese era el punto de equilibrio que necesitaba y que se aventuraba a ser feliz.

Bueno, el matrimonio no fracasó, no crean ustedes, siguen casados. Claro que no son felices, ni juntos ni considerados separadamente. En fin, que son un triste matrimonio, pero matrimonio al fin y al cabo, lo que podríamos llamar Un Matrimonio Bien Avenido. Y colorín colorado, otro día estaré más inspirado.

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