jueves, 25 de junio de 2009

Consejos que me doy para estrenar un cuento.

1.- La primera vez que lo cuento no está entero. Un cuento sólo está entero cuando se encuentra con el público.

2.- El espacio para contarlo debe tener un público acostumbrado a los cuentos. Si es un público exigente mejor, pero sobre todo que sea respetuoso. Es raro que yo acierte de pleno con todos los aspectos del cuentos. Pero si alguna vez fallo en algo que atañe a todo el cuento, algo así como el punto de vista, los tonos de las secuencias, el lenguaje (demasiado poético, ordinario, oscuro), en los experimentos que uno hace cada vez que se da a un cuento o un cuento se da a uno; si se falla en alguna de esas cosas, el público respetará que termine el cuento, lo haya construido como lo haya construido.

3.- Un espacio donde suelas contar. Porque estarás acostumbrado a leer mejor al público, así sabrás como está yendo el cuento. La primera vez que conté en Madrid, la gracia que hace mi acento andaluz (algo que se convierte fácilmente en una ventaja), me sacaba del cuento una y otra vez porque expresiones que en Cádiz son normales allí provocaban carcajadas imprevistas.

4.- El cuento no debe abrir el espectáculo. Se presente uno donde se presente, al principio se está nervioso, el público aún no ha olvidado de donde viene ni está en sintonía con el encuentro. Si a los nervios del principio le unimos los nervios del estreno del cuento, tanto nervio, puede dar al traste con el cuento.

5.- El cuento no debe cerrar el espectáculo. Si por un casual no hemos equivado y el cuento no funciona, y si no funciona nosotros nos vamos hundiendo, si no produce el efecto deseado. En fin, si no es lo que pensabamos el público se irá con mal sabor de boca. Y desde mi punto de vista, hay que intentar que el público se vaya contento y con la sensación de haber disfrutado.

6.- Así pues, el cuento debe estar arropado por otros cuentos ya probados.

7.- Si puede ser contar antes un cuento que sabes que funciona bien, para predisponer al público a escuchar.

8.- Preparar no sólo el cuento, sino la introducción, la conversación que haré antes con el público para predisponerlo hacia la historia, o decidir si el cuento no lleva introducción. Pero no dejarlo a la inspiración del momento, por si el momento está falto de inspiración.


9.- No preguntar hasta el día siguiente. Cuando se baja uno del escenario no está uno en sus cabales, cualquiera que se haya subido alguna vez y haya reflexionado sobre ello lo sabe. Por eufórico, por triste, o por el ánimo que sea uno no piensa bien, los sentimientos se magnifican con el intercambio de energía, el público suele ser más de una persona y el narrador sólo una, así que en ese intercambio la energía del público tiene mucha influencia. Tal y como yo lo veo, uno debería quedarse con sus impresiones y al día siguiente volver a reflexionar sobre ello y entonces sí, preguntar. Lo negativo también nos afectará menos al día siguiente y lo positivo será mas calmado, sin euforias. Este es un consejo que me doy pero que no sigo casi nunca, es más, con la gente que conozco suelo ser un pesado.

10.- Volver al cuento y decidir los retoques que le hacen falta. O decidir si morirá después de su primer día de vida, que a veces también pasa, aunque con los años, menos.

1 comentario:

maray dijo...

es lindo eso que decís de la arte del cuento. Yo no sé contar. O "cuentar". Cuando cuento una cosa, por la primera vez, tiene un cierto numero de palabras. Cuando la cuento por segunda vez, las palabras son en menor numero. Si me hacen decir lo mismo por la tercera o cuarta vez, la cosa si torna casi monosilabica. Es como se tuviera un cansancio de repetir la misma cosa y la voy haciendo cada vez más chiquitita. Es que tengo poca paciencia. Y ninguna arte pa "cuentar". Porque no introduzco en mi cuento la percepcion del otro. Soy yo sola y mis palabras. Y no tengo paciencia conmigo misma.
besos