sábado, 16 de mayo de 2009

El espectáculo

Muchas veces digo, porque así lo creo, que cada historia que narro tiene que ser un espectáculo en sí misma. Esto es cierto, creo que no tiene nada que ver una historia con otra en su concepción misma y de esta manera tenemos que saber montarla como narradores. Pero me interesa más el montaje del espectáculo entero.

Un espectáculo sin montaje es lo que, en muchas ocasiones, puedo ver cuando asisto a una sesión de narración oral, y lo que yo mismo muchas veces presento.

¿Cuál es el problema? que cuando alguien asiste a una presentación de narración oral lo que ve es un espectáculo. Ya sé que la mayoría lo que hace es contar un cuento detrás de otro sin mucha hilazón, a lo sumo, hilvanados por un endeble hilo de conversación apenas preparada, pero yo como espectador veo un todo. Si voy a una sesión de cuentos, esa sesión es una unidad para mí, aunque quien la haya perpetrado no lo haya tenido en cuenta.

Si los espectáculos son una serie de cuentos sin conjunción, no habrá dos espectáculos distintos, sino el mismo espectáculo con distintos cuentos. Si ese tipo de espectáculo lo hacen narradores distintos cada vez, pues termino diciendo que voy a ver un cuenta cuentos o un narrador, y lo que vale es la calidad de éste u otro narrador como showman o showwoman (si se escribre así).

Claro que montar un espectáculo distinto, requiere de tiempo y trabajo. Debería trabajar la conversación, el ambiente, cómo engarza un cuento con otro, si voy a elegir un cuento marco que contenga los demás cuentos. Si sólo voy a contar un cuento. Si el tema me llevará a narrar a varios autores o voy sólo a contar cosas mías o de un sólo autor. Además está el ritmo y los sentimientos o energías, no sé cómo llamarlo, que se van a crear durante el espectáculo y saber poner cosas más rápidas, más lentas, más ligeras o densas, dependiendo de lo que viene detrás o lo que había antes.

Tal vez sea un espectáculo para bares, o tal vez para una sala de teatro, o para la calle, tal vez sea para niños o para adolescentes, pero sí que debería estar concebido cómo un todo unitario distinto de los demás espectáculos que hago. Tal vez lleve música, o partes teatralizadas, o recitado de poesía o participación del público a modo de juegos o preguntas.

No quiero molestar a nadie, ni hacer una reflexión cerrada, ni decir cómo se deben hacer las cosas, sólo cómo me gusta verlas y cómo me gustaría que me salieran.

He visto muchos narradores que lo hacen, que tienen diferentes espectáculos y en cada uno hay muchas cosas que ver, que compartir y que imaginar. Pero la mayoría de los narradores que he visto, sólo cuentan un cuento detrás de otro hilando con la conversación esos cuentos con más o menos éxito según el narrador y según el día que tenga.

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