miércoles, 11 de agosto de 2010

El método

¿Los narradores tenemos método? ¿Existe "EL METODO", así con mayúsculas?

Bueno, que duda cabe que unos por unas vías y otros por otras, todos tenemos un método más o menos consciente. Los que alguna vez nos hemos dedicado a enseñar a contar hemos tenido que enfrentarnos a las posibilidades de comunicar nuestro "método" y a reseñar de una forma lo menos crítica posible el método de los demás.

Recuerdo que un narrador y amigo de charlas y copas me dijo una vez que su método era hablarle a una grabadora durante al menos dos horas diarias, y que de ahí era de donde sacaba prácticamente todo lo que hacía. Intenté probarlo, y lo que para él funciona perfectamente (no hay más que ver sus espectáculos) para mí que soy un indisciplinado no significó más que un "esto tiene posibilidades y tengo que seguir haciendolo pero bien, cuando tenga tiempo".

Cuando el grupo Shamán funcionaba a pleno rendimiento ensayábamos dos tardes a la semana. Una era de crítica de repertorio y creación de espectáculos y otra era de taller. Cada miembro del grupo preparaba ejercicios para los demás, para hacerlos mejorar, todo ello nos llevó a decir en alguna ocasión que si el nivel de un narrador del grupo era malo, la culpa no era sino de los que no supieron corregirle. Aunque creo que nuestro método más efectivo por aquella época se basaba en las charlas interminables sobre el espectáculo, los cuentos, la forma de contar, etc, que nos pegábamos, de esas reflexiones a tres bandas salió el narrador que soy en gran parte.

Cuando tengo oportunidad hago talleres que tienen que ver con la escena, con la actuación, la formación del actor, la construcción de espectáculos. Todo ello me lleva a reflexionar y a intentar incorporar lo aprendido a mi trabajo.

Ahora estoy leyendo a Grotowsky y releyendo a Peter Brook, y hay una cosa que me llama la atención en los dos: son cosas que sirven en su grupo, en su reflexión colectiva, cosas aplicables para ellos, y no se sabe si para los demás.

En mi grupo de Match de improvisación teatral veo que han salido algunas de las cosas que dicen tanto uno como otro, y sólo después de hacerlas vemos que hay quien ha reflexionado ya sobre ello. Pero sí tenemos claro, que la actuación no es reflexión, ésta es antes o después pero no durante.

Hay algo que me parece claro, el narrador solitario no trabaja igual que el narrador que está integrado en un grupo o un colectivo. Cada colectivo o grupo, ya sea de narración, teatro, pintura, integración de artes..., tiene su propio método de trabajo y de presentación.

Pero el narrador solitario tiene que dividir el trabajo.

Debe afinarse corporal y vocalmente tomando conciencia de su cuerpo en relación al espacio, al público, a sus posibilidades expresivas, y del mismo modo de su voz intentando darle toda la riqueza de que sea capaz, o al menos tomar conciencia de cuáles son las posibilidades que puede usar.

Debe afinarse verbalmente, en todas las expresiones ya sean vulgares o cultas, poéticas o cotidianas. Un buen narrador parece que habla de forma espontánea o cotidiana, pero muy pocas de sus palabras se pueden tirar a la basura porque es una forma entrenada, que sabe lo que está diciendo en cada momento, cómo lo está diciendo y que palabras está empleando. Esto no significa que siempre sean las mismas para ese momento del espectáculo o del cuento, sino que sabe cuáles son. Cuanto más consciente del verbo es el narrador en su discurso, más mágico parece a los ojos del público y más ayuda a disparar la imaginación.

Otra afinación es la del contador. Como contador uno debe saber estar dentro de la historia, saber por dónde va, hacia dónde camina, que estilo la sostiene, qué tipo de historia tiene entre sus palabras y qué tipo de historia puede el público imaginar. Tanto para recibir como para producir o recrear una historia, cuanto más afinado esté nuestro contador de historias (o nosotros en tanto en cuanto a narradores que somos) mejores posibilidades podremos ofrecer. Esto en cuanto a entrenamiento personal y general, como profesional que trabaja todos los días se presente o no ante el público.

Pero el narrador solitario también tiene que hacer todo lo que concierne a su repertorio y al espectáculo. Las labores de director y productor de un espectáculo de narración oral que hacen que tenga que reflexionar sobre espacios, encuentros, luces, filosofías, políticas, visión del mundo, y todo aquello que un narrador, como artista que es, desea mostrar como verdad ante su público, sea infantil o adulto. En esto el narrador también desarrolla un método, para la creación del espectáculo.

El método de creación de espectáculo, o de confección de un repertorio, va de lo inconsciente a lo conciente, del deseo, a la realidad y al deseo. Y a veces, como nos gusta decir a todos (casi todos), las historias y los espectáculos nos encuentran.

Pero tanto si cuidamos hasta el último detalle en sus por qué, en sus intenciones, como si dejamos al azar, al inconsciente o al vamonos que nos vamos las tareas a realizar en el apartado de confección de repertorio y creación de espectáculos, habrá unos pasos que tendremos que caminar con más o menos dificultad, con más o menos conciencia, de forma más o menos lúdica. La forma en que damos esos pasos constituyen el método. En individual, el de uno, el método salido del laboratorio, del taller, del horno, de la experiencia y de la (in)conciencia de cada uno.

2 comentarios:

Carlos Gallordo dijo...

oméeeeeee!...güercom to the blog!...

Juanjo Merapalabra dijo...

A vé si somos capaces de darle una racha pa que coja carrerilla...