lunes, 27 de enero de 2014

Salir de la rutina diaria

Rutina, más que rutina, siempre lo mismo, siempre. Siempre. No en la calle, ni en el trabajo, era siempre lo mismo dentro de su cabeza. Sin quitarse esa forma de ver la realidad, la realidad no penetraba en su alma.

Todo cambiaba a su alrededor, todo se producía y moría a sus pies, en sus ojos, pero en su pensamiento todo era igual. Rutina, más rutina, siempre lo mismo. Por mucho que le echase la culpa a su educación, a la cultura en la que estaba integrado, a su propia soledad, la culpa no le quitaba el velo mental que lo cubría todo.

Un beso, sólo un beso verdadero, con poder, con alma, con historia, con futuro, con lengua y saliva. Un beso destruiría los muros neuronales que le impedían salir de su propia cabeza.

Tan sólo esa idea ya abrió una ventana. Ahora, todo es diferente, siempre hace lo mismo con la esperanza de que esa vez todo se vuelva distinto, ahora es el loco que pide besos por la calle.

1 comentario:

Microalgo dijo...

Yo se los doy. Pero soy un montón de feo (advierto).