miércoles, 30 de marzo de 2011

Ruta del 27

En el parque de María Luisa, primeras lecturas

La idea es poner a los niños en contacto directo con los lugares importantes para los poetas, ya fuera para la propia poesía en sí, ya para la personalidad o la vida del poeta o los poetas. Un viaje, siempre tiene algo de abandono, de inicio, de búsqueda. Una ruta, tiene algo de investigación, de viaje sensorial, donde los sentidos se impregnan de los olores, del tacto, del sabor de los lugares donde la literatura estuvo, y está viva todavía. Es como asomarnos a las ventanas del tiempo, como volar sobre los sueños de otras personas.


Cuarenta y tantos chic@s de dos pueblos pequeños de Andalucía: Nerva (Huelva) y Estepa (Sevilla) se encuentran en el Albergue de Sevilla para empezar la Ruta al día siguiente, nervios, miradas, sonrisas, tierna timidez de catorce años. Marisa y Macarena (las M&M) hacen gala de su habilidad como monitoras y guías del camino haciendo varios juegos en los que los chicos se mezclan, se acercan, se hablan, se quitan las corazas de duros adolescentes para participar en el juego.


¡Vaya noche! Chicos y chicas sin papá ni mamá, excitados por el comienzo de la Ruta, con prisas por conocerse y por saltarse las normas. ¡Vaya noche! Los profes duermen poco intentando que el silencio acompañe a quien habita el Albergue y sí quiere dormir.

DÍA UNO: Paseo literario por Sevilla. Parque de Maria Luisa, Bécquer, Cernuda, Cernuda, Cernuda... Nuestras guías comienzan leyendo a Cernuda y a Bécquer, y piden a los chicos que ellos también lean, salen los atrevidos de siempre, es@s que en el aula son los primeros en participar, no me extraña:


Te quiero

(Los placeres prohibidos)

Te quiero

Te lo he dicho con el viento,

jugueteando como animalillo en la arena

o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,

que dora desnudos cuerpos juveniles

y sonríe en todas las cosas inocentes;


Te lo he dicho con las plantas,

leves criaturas transparentes

que se cubren de rubor repentino;


Te lo he dicho con el agua,

vida luminosa que vela un fondo de sombra;

te lo he dicho con el miedo,

te lo he dicho con la alegría,

con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta: más allá de la vida,

quiero decírtelo con la muerte; más allá del

amor, quiero decírtelo con el olvido.

Cernuda

En el parque, en la Plaza de España, en el barrio de Santa Cruz, donde una señora con 86 años (que pasaba por allí) nos dijo que Don Juan Tenorio era maricón, y que mientras que ella viviera en la calle de la Muerte no se llamaría así, porque no se pensaba morir, en el ateneo literario, en Cernuda (fundamentalmente), en Bécquer, en Machado, en Cervantes, en Herrera, y en todo cuanto poeta, verso y línea literaria se forjó en la ciudad estuvimos montados durante el día, en la catedral no leímos, ni en la Giralda, pero no cabe duda que una y otra tuvieron que ver con los poetas.

Leyendo en el Ateneo literario de Sevilla


Los niños comprueban lo cansado que es pasear, leer, visitar, atender y haber dormido poco la noche anterior. No importa, ellos son jóvenes y pretenden lo mismo que la noche anterior. Otra noche con profes de guardia, y niños burlando la vigilancia y las normas del silencio (los adolescentes son así).


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