En Cádiz llega el veranito. Las medias van al cajón de invierno. Los escotes empiezan a bajar con la calor (me gusta con la porque parece que hace más calor). Los turistas se ponen color gamba. Los salidos ponemos cara de no haber visto carne de mujer en todo el invierno. Las chicas que se sacrificaron durante todo el invierno obtienen el reconocimiento (justo premio) en las miradas envidiosas de las otras y las miradas lascivas de ojos saltones y babas colgando de los otros. Los albañiles empiezan a trabajar sin camiseta y muestran sus torsos sudorosos y morenos para recreo de mujeres y homosexuales. En las tiendas de los chinos aparecen flotadores, tablas, bañadores estampados, barcas, gafas de buzo, toallas de playa horribles..., las terrazas empiezan a llenarse hasta altas horas de la noche...

Aún no es verano pero ¡qué caló! ¿por qué encogerán las camisetas guardadas en el cajón que ahora me quedan todas pequeñas? ¿por qué le habré echado más grasa de lo normal a los potajes del invierno? ¿por qué los helados y las patatas fritas? ¿por qué me siento como el panzón del barrio?
En fin, que desde hace años quiero hacer un reportaje fotográfico que se llame "pie de turista" y hecharle fotos a esas sandalias y calzado extravagante que se ve a veces mirando la catedral o saliendo del museo. Quizás este año me anime.