miércoles, 30 de abril de 2008

Luis Cernuda

UNOS CUERPOS SON COMO FLORES

Unos cuerpos son como flores,
otros como puñales,
otros como cintas de agua;
pero todos, temprano o tarde,
serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre.

Pero el hombre se agita en todas direcciones,
sueña con libertades, compite con el viento,
hasta que un día la quemadura se borra,
volviendo a ser piedra en el camino de nadie.

Yo, que no soy piedra, sino camino
que cruzan al pasar los pies desnudos,
muero de amor por todos ellos;
les doy mi cuerpo para que lo pisen,
aunque les lleve a una ambición o a una nube,
sin que ninguno comprenda
que ambiciones o nubes
no valen un amor que se entrega.

Y NO SOLO DE AMOR VERSIFICA EL HOMBRE...

Contra vosotros, y esa vuestra ignorancia voluntaria,
Vivo aún, sé y puedo, si así quiero, defenderme.
Pero aguardáis al día cuando ya no me encuentre
Aquí. Y entonces la ignorancia,
La indiferencia y el olvido, vuestras armas
De siempre, sobre mí caerán, como la piedra
Cubriéndome por fin, lo mismo que cubristeis
A otros que, superiores a mí, esa ignorancia vuestra
Precipitó en la nada, como al gran Aldana...


lunes, 28 de abril de 2008

La resaca y el día del libro

Todavía les debe durar a los escritores malditos el dolor de cabeza después de la fiesta que se pegaron celebrando el día del libro.

Bueno en realidad, el día del libro bien, lo que pasa que después de unos vinos y pocas tapas, decidieron que ya que estaban por qué no celebrar también el día de la primavera. Todo el mundo sabe que los escritores malditos son gente muy ocupada como para andar quedando todos los días para celebraciones. Después de unos vasos más y varios brindis a favor de las rosas, de los nenúfares poéticos y de la palabra alhelí y pitiminí, los escritores malditos brindaron también por los y las amantes que tantas buenas páginas han dado desde el principio de las páginas y de la escritura.

Y claro, fue acordarse de las y los amantes y decidieron celebrar también el día de la carne cruda, o cocinada con palabras de amor, o hecha a mirada lenta (como dijo un original poeta maldito en los vapores del alcohol creyendo que inventaba algo), ya digo, por lo difícil que resulta que los escritores malditos queden y se reúnan dejando su haraganear en busca de algo que decir. Evidentemente fue aceptado por todos los presentes y se pidieron más vinos y se pusieron caras de amantes avezados en las lides sexuales.

Intentaron ligar con los y las admiradoras de la palabra, pero el aliento a vino, y la palabra enredada en el paladar no son buenos compañeros de estos quehaceres, y excepto algún escritor de gimnasio y alguna ganadora primeriza de concurso de relatos, los demás no tuvieron éxito con las y los admiradores. Pero con el pretexto de ser malditos y gamberros, los más pájaros se piaron unos a otros y celebraron con más vinos que iban a tener sexo.

A partir de aquí intentaron una orgía en la que la mayoría cayó dormido antes de ver siquiera a nadie sin ropa..., a medida que sus cuerpos y su borrachera los fue dejando, los escritores malditos fueron desapareciendo prometiendo quedar más a menudo...

Pues eso, los escritores malditos celebraron el día del libro sin resaca, sin acordarse de ella, sin mencionarla en sus improvisados discursos, y ella, días después se sigue vengando.

Ah, y se recuerda a las escritoras y escritores malditos que después de una fiesta, se intenta recoger un poco, y que ser maldito no tiene nada que ver con ser guarro.

martes, 22 de abril de 2008

Regreso de Almería

















Ya volví de Almería, me ha costado recuperarme del viaje de ida y de vuelta. Claro, para venir decidí por la costa, y no dejé de impresionarme por los distintos mediterraneos hasta Algeciras. Los cuentos estupendos, aunque no es este el espacio de la biblioteca que yo hubiera elegido para realizar la función, la verdad es que salió a pedir de boca, se nota que no es la primera vez que imaginan de la mano de un narrador, y los padres también encantadores. Pero lo que digo, estos asientos son un poco altos para los niños, que acaban de pie para ver mejor.

Por cierto es la única pega, porque la verdad es que es un salón de actos espectacular, además tenía piano de cola, y mesa con sillas, y atril, menos mal que todo se podía desplazar.

Este viernes vuelvo a Barbate (los maestros hablaron bien de mi, habría que decirle a mi madre que alguien habló bien de su niño), esta vez para los niños de las pedanías.

Y el sábado voy a Huelva, no me digáis que no estoy haciendo chica Andalucía en una semana.

En fin, que os pongo los espacios vacíos que son los más íntimos para el narrador, son algo así como una estación de tren o un aeropuerto, se espera para viajar, en este caso con la imaginación del público. O quizás sean paranoias mías, no sé. Ahí, en el espacio vacío se unen el vértigo, la emoción, la disciplina, las dudas, la soledad..., algunas cosas se vienen al encuentro con el público y otras se quedan sólo para el espacio y para mí.

viernes, 11 de abril de 2008

Quesí

Ya sé que mis cuentos infantiles no son muy ortodoxos, ni apostólicos, y a lo mejor no son ni educativos, pero son los que me divierte crear para contárselos a los pequeños de mi familia. Si queréis opinar a favor o en contra estaré encantado de leeros pero no prometo cambiar.

Había una vez un niño que se llamaba Quesí. Se llamaba así porque su madre le quería poner Quesito, le gustaba mucho el queso. Pero el padre dijo que Quesito no era un nombre bonito para un niño. Así que le pusieron Quesí. Y claro, como se llamaba Quesí, Quesí pensó que solamente tenía que aprender a decir que sí y no aprendió a decir que no.

Por la mañana su madre lo despertaba y en el desayuno le preguntaba:

- ¿Quesí, quieres un vaso de leche y pan con manteca para desayunar?

Y Quesí contestaba:

- Sí.

Se bebía la leche: glup, glup, glup..., y se comía el pan: ñam, ñam, ñam..., y cuando terminaba su madre le decía:

- ¿Quesí, quieres otro vaso de leche y otro pan con manteca?

Y Quesí decía:

- Sí.

Aunque ya no tenía más ganas, pero se tenía que beber la leche: glup, glup, glup..., y comer el pan: ñam, ñam, ñam..., y su madre le decía:

- Venga Quesí que tenemos que vestirnos para ir al cole. ¿Te gustan los pantalones de flores y la camisa verde?

Y Quesí respondía:

- Sí.

Aunque no le gustaba nada esa ropa. En el cole la seño le preguntaba:

- ¿Quesí, quieres hacer un dibujo?

Y Quesí respondía:

- Sí.

Y cuando terminaba de hacer el dibujo la seño le preguntaba:

- ¿Quesí quieres colorearlo?

Y Quesí respondía:

- Sí.

En el patio su amigo le preguntaba:

- ¿Quesí, quieres que te regale el coche de juguete?

Y Quesí le respondía.

- Sí.

Y su amiga le preguntaba:

- ¿Quesí, quieres que te regale esta flor para llevársela a tu mamá?

Y Quesí le respondía:

- Sí.

Su padre lo recogió del cole y le preguntó:

- ¿Quesí, quieres que comamos pizza?

Y Quesí respondió:

- Sí.

Y como su padre era un bromista le preguntó:

- ¿Quesí, de que quieres la pizza, de caca?

Y Quesí respondió:

- Sí.

Y su padre le dijo:

- ¿Queeeeeeeeeeee? ¿Que quieres que hagamos la pizza de caca?

y Quesí respondió:

- Sí.

Su padre se puso a hacer la pizza y olía muy mal.

-¿Seguro que quieres la pizza de caca?

Y Quesí dijo llorando:

- Sí

Entonces su padre le preguntó

-¿Quesí, no será que no sabes decir que no?

Y Quesí dijo:

-Sí

-¿No sabes decir que no?

- Sí

entonces su padre le movió la cabeza de un lado a otro para que aprendiera a decir que no con la cabeza, y le dijo:

-Pega la punta de la lengua al paladar y dilo con la O NOOOOOOOOOO

Y Quesí dijo:

-Nnnnsi, nnnnnso, nnnndo, nnnnno, nnnno, no, no, no.

Entonces su padre le preguntó de nuevo:

-¿Quesí quieres la pizza de caca?

Y Quesí dijo:

- No.

Y comieron otra pizza que a Quesí sí le gustaba.

Por la mañana su madre lo despertó y en el desayuno le preguntó:

¿Quesí, quieres un vaso de leche y pan con manteca para desayunar?

Y Quesí contestó:

- Sí.

Se bebió la leche: glup, glup, glup..., y se comió el pan: ñam, ñam, ñam..., y cuando terminó su madre le dijo:

- ¿Quesí, quieres otro vaso de leche y otro pan con manteca?

Y Quesí contestó:

- No

- Venga Quesí que tenemos que vestirnos para ir al cole. ¿Te gustan los pantalones de flores y la camisa verde?

Y Quesí respondió:

- No-. Porque no le gustaba nada esa ropa.

En el cole la seño le preguntó:

- ¿Quesí, quieres hacer un dibujo?

Y Quesí respondió:

- Sí.

Y cuando terminó de hacer el dibujo la seño le preguntó:

- ¿Quesí quieres colorearlo?

Y Quesí contestó:

-No.- Porque no tenía ganas de colorear.

En el patio su amigo le preguntó:

- ¿Quesí, quieres que te regale el coche de juguete?

Y Quesí le respondió.

-No.- Porque tenía muchos coches que le había regalado su amigo.

Y su amiga le preguntó:

- ¿Quesí, quieres que te regale esta flor para llevársela a tu mamá?

Y Quesí le respondió:

- Sí.- Porque a su mamá le gustaba que le llevase flores.

Su padre lo recogió del cole y le preguntó:

- ¿Quesí, quieres que comamos pizza?

Y Quesí respondió:

- Sí.

Y como su padre era un bromista le preguntó:

- ¿Quesí, de que quieres la pizza, de caca?

Y Quesí respondió:

- NOOOOOOOOOOOOOOOO.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado y como no se comieron la pizza de caca a ti te la han dado.

miércoles, 9 de abril de 2008

El río

Os presento al río Barbate, es un río pequeñito pero hablador, al menos a mi me dijo unas cuantas cosas, en su idioma claro, ese que uno no termina de descifrar claramente, pero que se queda dando vueltas por ahí por la cabeza, en la parte esa donde se producen las reacciones químicas más melancólicas. O quizás en vez de el río fue el frío, pero no creo porque otras veces tuve frío y no me ocurrió.

Otras veces estuve cerca de él y no me dijo nada, debe ser porque iba acompañado, y ahora que tuve que esperar durante casi un cuarto de hora junto a él pues me habló. De lo que yo ya sabía, de que él es la vida que va a morir en ese mar que casi rozaba, por eso los barcos enseñando sólo las proas o las costillas.






Lo cierto es que el río provocó esta foto de escenario esperando al público. De espacio vacío esperando vidas que son ríos a la mar sin remedio, o algo así.

En fin, que la lluvia y el río y la mar nos afectan.

lunes, 7 de abril de 2008

Barbate Lee

No me digan que no parece que después de este título voy a decir algo así como Be water, my friend. Afortunadamente, no están rodando en Barbate otro anuncio de Bruce Lee, sino que es una campaña de animación a la lectura en la que participé esta mañana con mi espectáculo infantil Cuentos con corazón.

Dos funciones con niños de siete a ocho años. A veces, uno se pregunta cómo es posible que esos niños sean capaces de sacarle a uno como narrador cosas que los mayores no son capaces. Yo no lo sé muy bien, aunque supongo algunas cosas.

Lo primero es que a ellos no hay que convencerlos de nada, van allí dispuestos a pasar un buen rato escuchando cuentos. En los espectáculos para mayores hago conversación, larga conversación para llegar a la historia, para mí es como pescar, algo que sólo he hecho dos veces en mi vida, así que diré al contrario, pescar debe ser como atraer al público adulto a una historia con una conversación, haciendo cada vez más interesante el anzuelo hasta que zas, se lo tragaron y ya están escuchando la historia interesados sin remedio. En los espectáculos para niños uno sabe que les han dicho que van a escuchar cuentos y que ese es precisamente el anzuelo, para que después lean. Así que con ellos me permito empezar con una extraña historia sobre instrumentos africanos (una muy antigua leyenda de mi invención).

Claro, yo me considero contador de historias, no experto en animación a la lectura, así que me digo a mi mismo, y a quienes me contratan, que cuando uno se aficiona a las historias las busca donde sea, de boca de alguien, en el cine, y por supuesto, en los libros. Claro que yo me lo creo, aunque a veces creo que es una excusa que me doy a mi mismo y a los demás.

De todas las maneras, si hay un cuarteto de cuerda de la Filarmónica de Londres que anima a leer sólo tocando, ¿por qué no puedo yo sólo contando?.

viernes, 4 de abril de 2008

Mi amigo anónimo

Es primavera, intento sacarme una o dos funciones con un espectáculo para bares que tengo montado con Manolo. Tiene años, a pesar de ello sigue estando de actualidad, no sólo porque vamos cambiando los cuentos con la misma estructura sino porque el tema no deja de interesar, sobre todo en estas fechas, alguno ya lo conocerá: Cuentos calientes.

Este espectáculo tenía dentro un poema de los siglos de oro cuyo autor tuvo la decencia de no firmar. La única vez que me he quedado en blanco en un escenario fue recitando el soneto. Estaba en el bar en medio del segundo cuarteto (creo) cuando me perdí en unos enormes ojos verdes durante un instante, sólo el tiempo de hacer consciente el pensamiento de la belleza de la mirada o de los ojos mismos, no sé exactamente, y me quedé en blanco. Incapaz de recuperarme en la memoria exacta del poema tuve que disculparme delante de todo el público y decir que debido a circunstancias que reconocía pero no podía explicar en ese momento tenía que cambiar de historia, aunque no de tema.

Yo soy un narrador con relativa poca vergüenza, pero el tema que tocaba el poema hacía imposible una explicación romántica como la verdadera. He aquí el poema, y comprenderán por qué no podía decir lo de los ojos.

¿Qué quieres, señor? -Niña, oderte.
-Dígalo más cabalgado. -Cabalgarte.
-Dígalo a lo cortés. -Quiero gozarte.
-Dígamelo a lo bobo. -Merecerte.

-¡Malhaya quien lo pide de esa suerte,
y tu hayas bien, que sabes declararte!
Y luego ¿qué harás? -Arremangarte
y con la pija arrecha acometerte.

-Tu sí que gozarás mi paraíso.
-¿Qué paraíso? Yo tu coño quiero
para meterle dentro mi carajo.

-¡Qué rodado lo dices y que liso!
-Calla, mi vida, calla, que me muero
por culear teniéndote debajo.


Está sacado de un trabajo del semántico Miguel Casas sobre el eufemismo llamado La interdicción lingüística.

jueves, 3 de abril de 2008

Siempre lo único

Mi amigo Monano cuenta una historia en la que dice que yo sólo cuento historias de amor. No es verdad, bueno, casi no es verdad, en fin, que tiene razón pero la poca que tiene no le sirve para nada (como diría Groucho). El amor en sentido amplio es muchas cosas, vamos digo yo..., quiero decir que como estamos en primavera, pueselamorelamorloquesediceelamorpueslaverdadesqueelamor tiene en estas fechas una manga muy ancha y en el caben muchas cosas. Claro que quien me conoce estará pensando ya va Juanjo a empezar con sus teorías filosóficas raras, quien me conoce tiene razón ya voy a empezá con mis teorías raras, aunque claro, nadie me podrá negar que hay un amor conyugal, uno fraternal, filial y por hacer que termine en al también pues digo yo que habrá uno canal, sí, ese de la cana al aire, bueno eso el que tenga canas porque yo tendría que decir el de la calva al aire, aunque... bueno que no me enrollo..., o mejor sí...

Esta noche en la sala Pay Pay intentaré desgranar o engranar (no sé), historias de amor único, como todos los amores. Quizás historias de Ramón Comas, de Khalilh Ghibram (habré puesto demasiadas hachesh), de Benedetti, del señor Butrón y alguna paranoia propia.

Ahhhhh, y subiré a las tablas a alguien que contará una historia con imaginación, o algo así.

Ya sé que no todos vivís en la trimilenaria ciudad de la luz y del gaditanismo reconcentrado, pero los que podáis, viváis y queráis compartir un ratito de vuestro tiempo con la palabra instantánea (no en polvo, bueno no sé), pues allí estaremos.

miércoles, 2 de abril de 2008

El pescador loco


El aire le hacía cada día más viejo, más arrugado. Los días le iban envolviendo poco a poco en una tela que le impedía moverse con facilidad y se iba ciñendo cada vez más, aunque muy lenta, a su cuerpo.

Sabía que cuanto más tiempo pasara, más encarcelado se sentiría. Ese paso lento, pero constante, implacable, rutinario, iría quemando sus vivencias para convertirlas en cenizas de recuerdo, y, finalmente, las cenizas se harían polvo unos días antes de quedarse sin tiempo: "la muerte simplemente será una vaga idea de haber vivido".

Mientras tanto, la red seguía ahí, la barca seguía ahí, su casa y sus amigos también seguían ahí. A todos les pasaba como a él, todos iban muriendo casi sin darse cuenta, pero lo aceptaban porque para poder vivir es necesario morir, aunque quizás ellos no pensaban las mismas cosas que él estaba pensando, y no tenían conciencia de lo que les estaba ocurriendo. Quizás ellos pensaban en otros asuntos cuando pescaban y estaban solos con la eternidad del mar y el aire y la vanalidad de él, de su barca, y de los peces que intentaba atrapar en sus moribundas redes, casi tan viejas como él.

martes, 1 de abril de 2008

Los cuentos del domingo II

Las dudas aquí expresadas. Las reuniones con Manolo, que compartía escenario conmigo. Los nervios de la primera vez en ese espacio. La tensión de entrar, tomar algo, y mirar al público...

Pues no, no hubo cuentos del domingo. Cuando llegamos no estaba despejado el escenario. No había mucha gente pero yo creo que unas veinte personas había. Además fueron entrando. A las ocho dijo que se suspendía (a nosotros), yo le dije que por qué no esperábamos media hora, vale de acuerdo. A las ocho y media, quizás un poco más quizás un poco menos, alguien preguntó cerca de nosotros si había cuentos y el dueño le dijo que no, que se había suspendido. Estaba lleno el local, al menos desde mi punto de vista. Nos terminamos la copa, nos pagaron la mitad (ya pactado de antemano), y nos fuimos.

Ese alguien que preguntó no venía solo, traía a su novia o a su amiga. Un narrador que tendría que contar en ese espacio se acercó para vernos contar. Al menos tres personas vinieron al espectáculo, las demás imagino que algunas sí y otras no. No había cartel en la puerta diciendo que había cuentos o algún tipo de espectáculo en el local. Aunque sí lo vi anunciado en la revista cultural alternativa "Que pasa aquí".

Yo lo veo desde el punto de vista del narrador claro:

- Si alguien viene a ver el espectáculo, aunque sea una sola persona, y no hay nadie más en el local, yo cuento, porque desde luego a esa persona que vino hay que estarle agradecida, muy agradecida. En el club del cuento, Shamán llegó a contar sólo para seis personas. Una vez en la facultad de derecho de Jerez hicimos Cuentos a juego para cuatro personas, dos de ellas mis sobrinas. Creo recordar que en Elche, en el Festival de la oralidad, contamos en la sala de la CAM para no más de diez personas. Esa gente, se merece todo el esfuerzo del narrador, merece intentar que no olvide que una vez le contaron como si fuera gente de la familia.

- En el local a las ocho y media habría unas sesenta personas. Yo, que ya digo que soy el narrador, hubiera pagado el doble por que mis clientes se llevaran una buena impresión y que esas personas supieran que allí se organizan cosas. Además si el que va al espectáculo se encuentra con que se suspende, la próxima vez a lo mejor se lo piensa a la hora de volver.

- Como narrador, no me gusta que no esté anunciado el espectáculo en el local, no me gusta sentir que invado la intimidad de los demás porque el público no sabe que habrá función. No me gusta suspender una función, yo llevo la tarea hecha a la función y espero que los demás que participan también lo hagan lo mejor que saben, y si no hay público, no soy yo quien pensó que era buena idea contar cuentos allí, yo soy sólo el que los cuenta.

-En fin, que hay mucha gente que ve cómo algunos locales están llenos con los cuentos y cree que simplemente por programarlo ya se le llenará el local. No ven que detrás de un local de actuaciones con éxito, hay un trabajo duro, no sólo del que hace la función sino de los programadores y de los dueños del local que se preocupan por los detalles.

No sé, tal vez yo lo vea desde un punto de vista equivocado, y está claro que en muchos lugares habrá que dejar de hacer lo que se pretendía, pero eso no quita que uno se sienta mal, y esa tensión de antes del encuentro con el público, se le venga a los pies.